Porque Yo Como Productos Orgánicos...
Gracias a mis queridos abuelos
que son como la tierra y el sol….
Cuando era pequeña, hubo un
tiempo que vivimos con mis abuelitos, buenos tiempos para un niño que siempre
necesita ser visto, recuerdo de mi infancia muchos almuerzos familiares en el patio. Era una gran casa que acogió a gran
parte de mi familia y fue el escenario
para múltiples eventos, ahí vivieron mis abuelos y como casa antigua, grande y
generosa, fuimos muchos los que pasamos por ahí, recibidos con los brazos
abiertos por ellos.
Recuerdo en ese patio tan grande
los animales, ahí tuve perros, conejo, pollos, gansos… y los árboles frutales,
a los que trepamos muchas veces en busca de aventura o de alguna cosecha. Era
en esa misma calle de la casa de mi abuela, la que estaba plantada con
ciruelos, estos al llegar el verano dejaban caer sus frutos, las ciruelas
llenaban el piso, recogíamos muchas y seguían quedando. En otoño caían las hojas y la calle se veía
bonita y fresca. Agradezco todo lo que esos árboles me dieron, sus generosos
frutos, su bella apariencia en primavera y otoño, su aroma…. Hoy cuesta encontrar árboles frutales en la
calle, he escuchado gente molesta, porque les parece que estos ensucian, al
parecer es la tendencia actual considerar el vacío como referencia de orden, un
minimalismo muy mal entendido a mi parecer, casas solas, jardines planos,
patios impecables gracias a las grandes extensiones concreto a veces decorado,
pero igualmente infértil.
La verdad me gustaba eso de los árboles
frutales, en la casa había un nogal, muy viejo, inclinado, generoso. Teníamos
un tarro atado a un palo para poder llegar a los frutos más altos, y de vez en
cuando un buen remesón nos daba nueces para entretenernos tardes entenas,
fueron muchas las veces que con mi hermano nos ocupamos recogiendo lo que caía
al suelo. Más allá estaba el granado, que belleza, un fruto tan selecto, tan difícil
de encontrar, y estuvo ahí para darme ese jugo dulce y trabajoso, grano por
grano los tuve que sacar, luego los aprendí a echar a un plato, para finalmente
consumir con cuchara el fruto de tal trabajo. Disfrutamos también de un damasco,
era un árbol perfecto para trepar, cada día deseaba llegar más arriba, que
dulce fruta, que rico ese damasco muy rosado y asoleado… mmm...
Es por estos recuerdos tal vez o
por la percepción de cómo está la vida hoy, que me gustaría mis hijos tuviesen
la oportunidad de ver y sentir como es este ciclo de vida, donde la fruta sale
de un árbol y no de un supermercado o una verdulería, que sabe al dulce
resultado de la tierra y el sol y no a pesticidas y fertilizantes químicos. Quiero
que la tierra siga siendo generosa, por eso plante mis árboles y como orgánicos, por su sabor, por su valor
nutricional, por su aporte a la salud y sobre todo porque cuida la madre tierra
y la biodiversidad de mi hermoso planeta. Para mí los productos orgánicos son
cuidar de mí, de mi familia y del legado tan lindo que me dieron mis recuerdos.
Con amor Karime.
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